No importa lo que hagamos, lo que deseemos, lo que esperemos.
No importa otra vez la distancia, ni esa pequeña muerte de la ausencia; no importa ya ni el tiempo, ni el olvido, ni la sangre buscándote, ni el mutilado encuentro. Eres ya mío, sin palabras, sin giros, sin metáforas; mío ya sin ti mismo, como tuya sin mí:
los dos en uno, sin nosotros.