Y sé con certeza que seguirán los días buenos, como aquél en que se cumple una promesa. Las cosas vienen, las cosas van (los ojos a menudo permanecen). Y yo no tengo prisa, y tú nunca lo esperas.
Nunca olvido la comisura de tus labios, ni el agua helada de la ducha, porque amo el frío de saber que estás conmigo.
Para cuando el tiempo o la vida quieran que esto sea sólo un recuerdo, nada importará demasiado, nada, excepto el hecho de saber, que un día explotaba el mundo y yo te miraba dormir.